Bonito y deportivo descenso, continua sucesión de rápeles por roca resbaladiza, delicado con mucho caudal, y agua bastante fría.
El acceso se realiza desde San Nicolás de Bujaruelo, cogiendo el sendero GR30 que parte del puente y sube al puerto de Bujaruelo. Tras pasar junto a una torre de alta tensión, una senda a la izquierda, marcada con una flecha amarilla, lleva al inicio del descenso. Unos 40'.
Al llegar, nos encontramos con un trío que iba a comenzar el descenso, y ya nos advierten que por delante va un grupo de 8 personas. Así que no iba a servir de mucho darse prisa puesto que nosotros también íbamos 8. No baja mucha agua, la justa para disfrutar y, desde luego, no tener ningún problema con el caudal.
Al primer rápel se puede acceder desde un pasamanos tras un primer resalte o directamente por arriba desde una pequeña senda. Le siguen varios rápeles, bastante resbaladizos que, con una cuerda de 20m, salen muy ajustados.
En buenas condiciones, un par de estos rápeles son saltables (6-8m), pero bajaba poca agua y la prudencia recomendaba no saltar. También había un rápel bastante sencillo que se podía destrepar por la izquierda. No obstante, un figura sin casco, con zapatillas viejas y dudosa cuerda, saltaba lo que se le ponía por delante. También destrepaba resaltes de IV+ (según le dijo a su sufridora acompañante femenina) utilizando la depurada técnica del "culen-bajen". Se notaba que hacía de guía a la chica, ya que ella tampoco iba con casco (aunque llevaba la capucha puesta, ojo) y llevaba la cuerda atada a la espalda (¿para qué llevar mochila?). En fin, ese resalte apenas tenía 2m en rampa y se bajaba de frente apoyando las manos...
Justo cuando nos adelanta esta pareja, en el caos previo a los grandes rápeles, nos juntamos definitivamente con el grupo de 8, que ya había sido adelantado por el trío del comienzo. En un rápel anterior ya habíamos establecido contacto puesto que algunos componentes femeninos de ambos grupos se conocían. En ese momento, yo me enteré de que el barranco tenía una marmita trampa que desconocía, quizá porque siempre me la he encontrado llena y no había ninguna trampa.
En la cabecera del primer rápel de 35m estuvimos casi 1 hora esperando que lo descendieran un grupo de varias personas que también habíamos alcanzado, la pareja sin cascos y el grupo de 8. Aprovechamos para avituallarnos, fomentar las relaciones sociales y calentarnos al sol.
En el siguiente rápel (30m) la reunión es un poco exigua para tantas personas y estamos un poco apretados, pero necesitamos la cuerda por la que acababamos de bajar (nos hubiera hecho falta otra cuerda de 35m).
El último rápel largo (30m) está instalado a la derecha, asegurado su acceso por un pasamanos. Allí perdemos un poco de tiempo junto con el grupo de delante intentando averiguar si el tobogán-lanzadera que se forma en la parte final es seguro o no. Después de tirar un par de mochilas, concluimos que sí es seguro siempre que se lleve suficiente velocidad. Cuando nos toca el turno, ajustamos la cuerda hasta el inicio del tobogán y nos dejamos caer. La posición de entrada en el agua más habitual fue la "de culo". Muy divertido; tanto, que alguno repitió ya que hay un par de cuerdas fijas y con nudos para poder remontar (subiendo por la izquierda orográfica).
Por último, un pequeño rápel y un paseo hasta el puente metálico donde se coge la GR11 que te lleva de vuelta al albergue de (San Nicolás de) Bujaruelo en menos de 5 minutos. En total, 6 horas de descenso, cuando lo normal es hacerlo en unas 3 (4 a lo sumo). Recordando también lo que nos costó descender el Estribiella, bautizo esta nueva actividad deportiva como "slow canyoning".
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